Artículo online - Publicado el 08-08-25

Medio Oriente

ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE EL GENOCIDIO DEL PUEBLO PALESTINO

Por Daniel Feierstein
Director del Centro de Estudios sobre Genocidio – UNTREF/CONICET.

Si la posibilidad genocida estaba latente desde hace años en el conflicto palestino-israelí, el ataque de Hamas del 7 de octubre de 2023 en Israel terminó de quebrar las últimas resistencias existentes en la sociedad israelí y la “comunidad internacional” para el pasaje el acto de una etapa de exterminio. Las imágenes desgarradoras del genocidio del pueblo palestino en Gaza que se despliegan a diario ante nuestros ojos llevan a preguntarse cómo se llegó a estos extremos y llaman de manera urgente a establecer estrategias para poner fin a la masacre.

El ataque israelí a la Franja de Gaza iniciado a fines de 2023 con la excusa de la “retaliación” al cruel ataque de Hamas produjo un salto cualitativo en el conflicto en Medio Oriente, que implica el pasaje a la etapa de exterminio de una práctica social genocida, un momento que existía como posibilidad hacía unas décadas, pero que fue contenido por la falta de consenso en la sociedad israelí y por la sospecha de posibles intervenciones a nivel internacional si se efectivizaba.

Estas trabas fueron quebradas en el ataque de 2023. Ya en 2009, como reacción ante los hechos del “enero negro”, también en Gaza, escribí en Archivos del Presente que ya se habían desarrollado los distintos momentos de una práctica social genocida (estigmatización, hostigamiento, aislamiento, debilitamiento sistemático), pero que el exterminio todavía encontraba limitaciones para poder implementarse.

Las limitaciones no tenían que ver con la intención del establishment de gobierno, sino con los dos elementos planteados previamente: falta de consenso en la sociedad israelí y falta de aval de los “aliados internacionales”.

Sin embargo, en 2009 ya era claro que las limitaciones eran frágiles. Aquel artículo terminaba diciendo que “si estamos dispuestos a aprender algo de la historia, nuestra reacción debe ser urgente para dar otro cauce a este conflicto, para evitar la posibilidad genocida y no permitir, a su vez, que los maniqueísmos y simplificaciones utilicen esta tragedia como excusa para reflotar las viejas taras del antisemitismo”.

Más de quince años después, podemos decir que no hemos aprendido nada. El genocidio del pueblo palestino se encuentra ante nuestros ojos en el despliegue más desgarrador de su etapa de exterminio: incluso con decenas de niños muriendo cada semana de hambre, tal como ocurría en los guetos judíos centroeuropeos. Como contrapartida, el antisemitismo crece vertiginosamente, augurando situaciones preocupantes en el presente y futuro ya no solo del Estado de Israel sino de todo el pueblo judío.

¿Qué ocurrió en estos quince años?

LAS DERECHAS NEOFASCISTAS COMO QUIEBRE DEL STATU QUO

Si bien Netanyahu accedió por primera vez al gobierno de Israel en 1996, el viraje de su gobierno fue un proceso gradual, que se vinculó no solo con la lenta pero persistente transformación de la derecha hegemónica israelí (el viejo Likud) sino con la aparición y el crecimiento de formaciones de ultraderecha que jugaron presionando al gobierno en sus distintas coaliciones hacia formas cada vez más extremistas en sus posiciones, construyendo el mito de un “Gran Israel” y deshumanizando (en formas religiosas, biológicas o políticas) al pueblo palestino.
La asunción de Donald Trump en Estados Unidos en 2025 implicó también un giro en cuanto a la voluntad y/o capacidad de poner límites a las acciones del gobierno israelí.

LAS INCONSISTENCIAS DE LA “COMUNIDAD INTERNACIONAL”

El reforzamiento de estas derechas (con eje en Estados Unidos y ramificaciones en otros Estados, entre los que se incluye la Argentina de Milei) produjo un efecto de desmoronamiento de las escasas capacidades de presión de los órganos internacionales, sea los representantes especiales de Naciones Unidas, las oficinas de prevención del genocidio, la Corte Penal Internacional, etc. Al tratarse de sistemas con poder de veto en el Consejo de Seguridad, el bloqueo estadounidense y la creciente deslegitimación de los derechos humanos por parte de las nuevas derechas se han articulado con la endeblez de una burocracia que no ha exigido casi nunca la posibilidad de autonomía de los poderes hegemónicos y que ha fallado prácticamente ante cada manifestación de procesos genocidas, desde Sri Lanka o Myanmar a Colombia.

EL POGROM DEL 7 DE OCTUBRE

Pero el punto de clivaje más relevante en el pasaje al momento del exterminio han sido las consecuencias del pogrom implementado por Hamas el 7 de octubre de 2023. Las aldeas atacadas no constituían territorios ocupados y se encontraban pobladas por muchos miembros de organizaciones de solidaridad con el pueblo palestino. El ataque le quebró el espinazo a la capacidad de resistencia de la sociedad civil ante el pasaje al momento del exterminio. La elección de la zona a atacar y el alto nivel de crueldad generaron una conmoción psíquica y social no solo en los simpatizantes del gobierno sino en muchos de sus críticos más consistentes. Las emociones más negativas se vieron potenciadas ante la crisis generada por el ataque más severo sufrido por la sociedad israelí en su historia. Los fantasmas del aniquilamiento nazi (utilizados con inteligencia por el establishment israelí, pero lógicamente presentes en toda persona judía) no podían menos que aparecer en un contexto de secuestro y asesinato de bebés, violaciones y festejo glorioso y perverso de la crueldad. Muchos de los sectores israelíes más solidarios con la lucha palestina vieron morir a sus familiares y amigos con un sufrimiento que no se había vivido desde la Segunda Guerra Mundial.

Pese a ello, muchas organizaciones israelíes han reaccionado desde el inicio de la ofensiva contra Gaza (inclusive algunos de los familiares de los secuestrados por Hamas, pese a la latente amenaza de ser desfavorecidos en las negociaciones de liberación). Muchos otros han comenzado a reaccionar ante la profusión de las imágenes de las hambrunas o la destrucción de la infraestructura edilicia y sanitaria de Gaza en las últimas semanas. Pero el tiempo de conmoción fue utilizado inteligentemente por el gobierno de Netanyahu para llevar la situación a un punto casi de no retorno en un contexto donde las capacidades de reacción se encontraban disminuidas.

LAS TRAMPAS DE LA COMPLEJIDAD

A su vez, la particular complejidad del conflicto de Medio Oriente (su transformación a lo largo del tiempo, la trágica confluencia de dos pueblos cuyo sufrimiento derivó de motivos y momentos distintos pero que no pudieron jamás comprender los miedos del otro, la especificidad de organizaciones fundamentalistas islámicas como Hamas, el surgimiento y crecimiento de una derecha sionista religiosa y fundamentalista en Israel, el uso indiscriminado del terrorismo por parte de los distintos actores) ha facilitado formas sofisticadas de negacionismo y legitimaciones de la masacre en todo Occidente a la vez que ha revivido la imaginería antisemita de los siglos XIX y XX en el conjunto del planeta.

Las simplificaciones y maniqueísmos llevan los discursos fácilmente al campo del estereotipo. De una parte, deshumanizando a la población palestina y justificando la “necesidad” de su aniquilamiento bajo el argumento que “no hay con quien negociar”. De la otra, confundiendo pueblo judío, Estado israelí y gobierno de Netanyahu y retornando a los mitos que ubican a los judíos como representantes del mal, homologando además al sionismo con el neofascismo israelí contemporáneo o incluso atacando a los miembros de comunidades judías diaspóricas en todo el mundo. Los hechos de antisemitismo crecen a un ritmo vertiginoso, pero, simultáneamente, también crece la persecución a quienes denuncian la masacre palestina, confundiendo el antisemitismo real y existente con cualquier crítica al gobierno israelí. No se logra distinguir la denuncia del genocidio en Gaza de la repetición de los “Protocolos de los Sabios de Sión”.

No es fácil imaginar qué puede hacerse frente a este contexto. Crecientes fracciones de la sociedad israelí van despertando de la conmoción y, en particular en los últimos meses, han aumentado las manifestaciones que se suman a quienes reaccionaron desde el primer día (rectores de universidades, académicos vinculados al estudio de los procesos genocidas, diversas organizaciones políticas).

A nivel internacional, distintos Estados han intentado jugar otro rol, desde la temprana presentación de Sudáfrica ante la Corte Penal Internacional hasta las respuestas de muchos gobiernos europeos reconociendo al Estado palestino.

Pero es claro que no es suficiente. Cuanto más avanzado se encuentra un genocidio, más difícil resulta desarmar sus estructuras e impedir su consumación.

De allí la urgencia para apelar a nuestra creatividad en el desarrollo de cualquier estrategia que permita bloquear o interrumpir la continuidad de la masacre y colaborar en la vuelta a negociaciones de paz que se propongan reconstituir las condiciones de coexistencia de ambos pueblos en el territorio que habitan.

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