Revista N° 73 - 2024

Debates

EL SUR GLOBAL Y EL NO ALINEAMIENTO

Por:

Elizabeth Sidiropoulos
Directora ejecutiva del Instituto Sudafricano de Asuntos Internacionales y editora en jefe del South African Journal of International Affairs.

Gustavo de Carvalho
Investigador senior sobre gobernanza africana y diplomacia del Instituto Sudafricano de Asuntos Internacionales.

En un escenario global cada vez más fracturado por divisiones y rivalidades geopolíticas, encarnadas en el conflicto en Ucrania, el no alineamiento ha resurgido como una postura de política exterior para muchos países en desarrollo, particularmente en África. Enredada en complejas relaciones diplomáticas con actores poderosos del Norte y el Sur Global, África necesita mantener un delicado equilibrio.

El enfoque del no alineamiento no es un fenómeno aislado ni reciente en África. Ha sido una característica de las políticas exteriores de algunos países durante y después de la Guerra Fría. Sin embargo, en este último caso, el no alineamiento fue inicialmente menos relevante, dado que las actuales rivalidades y tensiones entre Occidente, Rusia y China aún no habían surgido.

En el siglo XXI, África vivió un resurgimiento del interés externo por parte de nuevos actores. El más significativo fue China, pero también aparecieron Turquía, India, los Emiratos Árabes Unidos y Corea del Sur. Esto brindó a los Estados africanos más opciones económicas, políticas y diplomáticas, permitiéndoles equilibrar la influencia y el poder de Occidente. Sin embargo, ya en la década del 2000, empezaban a surgir tensiones: el acercamiento de China a África, su creciente comercio bilateral, la importante infraestructura construida que se convirtió en un elemento clave de su presencia económica en el continente, así como las interacciones políticas de alto nivel, generaban preocupación en Occidente por su posible pérdida de influencia.

Los intentos de Occidente de caracterizar las acciones chinas en el continente como una segunda repartición de África, mientras calificaban sus propias acciones como motivadas por sentimientos más benignos, no fueron bien recibidos por muchas elites africanas ni por actores de la sociedad civil. Además, el creciente interés de Rusia en África en la década de 2010, especialmente después de la anexión de Crimea en 2014, generó respuestas similares, e incluso mayores preocupaciones, ya que su participación se definió por sus compromisos militares y de seguridad con las elites, con muy poco énfasis en el desarrollo económico.

En un ensayo de 2008 publicado en Foreign Affairs, John Ikenberry afirmaba que “El orden occidental actual… es difícil de derribar y fácil de acceder”. Ikenberry añadía: “China puede obtener acceso total a este sistema y prosperar dentro de él. Y si lo hace, China ascenderá, pero el orden occidental –si se gestiona adecuadamente– perdurará”. La frase clave de Ikenberry en esa conjetura fue “si se gestiona adecuadamente”. El otro aspecto que se volvió cada vez más evidente fue que un sistema internacional abierto podría no ser suficiente para quienes veían su construcción como un reflejo de las normas, valores y reglas de Occidente. Esto se aplica tanto a China como a muchos otros países en desarrollo.

En un texto escrito unos meses después de la invasión rusa de Ucrania, Sabelo Ndlovu-Gatsheni destacó que la “Guerra Rusia-Ucrania ha planteado preguntas complejas sobre jerarquías de poder, antiimperialismo, neutralidad y no alineamiento, que no sólo surgen de la forma en que los Estados del Sur Global han respondido a la distribución de responsabilidades por la guerra, sino también de cómo las grandes potencias tratan a los Estados más pequeños”. De manera crucial, situó a la guerra en el “centro de las fuerzas en conflicto entre reoccidentalización y desoccidentalización. Estas fuerzas luchan por el “control de la matriz colonial de poder y las posibilidades de un desplazamiento de capital del circuito atlántico al circuito sinocéntrico”.

La desoccidentalización –entendida como un cambio de un mundo centrado en Estados Unidos a uno centrado en China– no implica necesariamente un resultado favorable para el Sur Global. Sin embargo, agrupaciones como los BRICS consideran que la desoccidentalización es clave para transformar el sistema de gobernanza global.

Los principios de Bandung (1955) que dieron origen al Movimiento de los Países No Alineados (NOAL) apuntaban a un mundo donde la guerra no fuera la solución, donde las relaciones internacionales se caracterizaran por la no violencia, el reconocimiento de la igualdad de todas las razas y naciones, sin importar su tamaño, y el respeto a la Carta de las Naciones Unidas. Desde el inicio de la guerra entre Rusia y Ucrania, varios países del Sur Global han reiterado estos principios en foros internacionales y otros espacios. Son factores importantes a la hora de considerar las perspectivas de África sobre el nuevo no alineamiento.

UN NO ALINEAMIENTO PARA EL SIGLO XXI

En su discurso en la Cumbre del G77 + China en septiembre de 2023 en La Habana, Cuba, la ministra de Relaciones Internacionales y Cooperación de Sudáfrica, Naledi Pandor, expresó los sentimientos de su país, y también de un amplio conjunto de voces del Sur Global, sobre los desafíos que las actuales rivalidades geopolíticas representan para el Sur Global. Declaró: “La lucha por el alma del Sur y por la dominación global unilateral nunca ha sido más intensa, y como Sur, debemos aprovechar este momento histórico para asegurar que desarrollemos la capacidad de ser agentes libres de una agenda de desarrollo que impulse nuestra lucha contra la pobreza, la desigualdad y el desempleo”.

El llamado de Pandor trasciende la mera retórica. Ofrece una perspectiva a través de la cual se puede ver la estrategia cada vez más matizada de África en torno a un no alineamiento activo, priorizando la cautela geopolítica y las agendas de desarrollo. Buscar esa autonomía refleja los temas más amplios discutidos aquí, reafirmando que el no alineamiento de África no implica abandonar la participación global, sino repensar su rol. Esta nueva postura busca garantizar que África no se limite a reaccionar a las fuerzas internacionales, sino que sea estratégicamente proactiva para aislarse de las presiones externas, con el fin de fortalecer su enfoque en enfrentar los desafíos socioeconómicos y promover ese enfoque en el escenario global.

Anteriormente, en abril de 2022, Pandor hizo un llamado a una cooperación más estrecha con los demás miembros del Movimiento de los Países No Alineados que “contribuiría activamente a dar forma a las deliberaciones sobre reformas dentro del sistema de la ONU, así como a proporcionar un nuevo contenido al Consejo de Seguridad de la ONU”. En ese sentido, Sudáfrica y otros miembros del Sur Global deberían resistir “verse envueltos en la política de confrontación y agresión promovida por los países poderosos”. Deberían “afirmar sus puntos de vista independientes y no alineados”.

De hecho, el Movimiento de los Países No Alineados no es lo mismo que el no alineamiento, que es una posición de política exterior que un país decide adoptar. Aunque, en sus declaraciones, repite muchas de las posiciones del Sur Global, las acciones de los países individuales pueden variar en función del impacto de un determinado desarrollo internacional en sus intereses específicos. Sin embargo, algunos países, como Sudáfrica, ven al Movimiento de los Países No Alineados como un foro para coordinar sus posiciones de política exterior.

“De hecho, el Movimiento de los Países No Alineados no es lo mismo que el no alineamiento, que es una posición de política exterior que un país decide adoptar.”

En sintonía con la transformación en curso del sistema internacional, está surgiendo una nueva concepción del no alineamiento para el siglo XXI. Pensadores latinoamericanos como Carlos Ominami, Carlos Fortín y Jorge Heine han planteado la idea de un no alineamiento activo, cuya agenda incluye, entre otros: mantener una posición equidistante de coordinación entre las dos potencias competidoras en cuestiones globales; fortalecer los organismos regionales; comprometerse con el multilateralismo; coordinar a nivel regional la gobernanza económica global; unirse a nuevas instituciones financieras internacionales; reorientar las políticas exteriores y los ministerios de Relaciones Exteriores; y redefinir conceptos obsoletos de seguridad nacional.

Se ha presentado como una doctrina latinoamericana cuyas raíces se remontan a antes de la guerra en Ucrania y que surgió esencialmente como una reacción al trumpismo en el continente. A raíz de la guerra en Ucrania, ha adquirido nueva vida y urgencia. Esta filosofía promueve un compromiso equilibrado con diversos bloques de poder, ofreciendo un marco matizado que países como Brasil, India y Sudáfrica ya están adaptando para navegar las complejidades del actual panorama geopolítico.

Las raíces históricas del no alineamiento y su institucionalización sirven de contexto, pero contrastan con el escenario actual. Mientras que el principio surgió como una estrategia de la Guerra Fría para proteger la autonomía en un mundo bipolar, en aquel entonces principalmente a través del Movimiento de los Países No Alineados, el escenario geopolítico multipolar actual ofrece tanto oportunidades como desafíos para África y el Sur Global. El dominio menguante de potencias tradicionales como Estados Unidos y el ascenso de otras como China e India implican una distribución global más difusa del poder y la influencia. Sin embargo, esta dispersión trae aparejadas complejidades, incluyendo las implicaciones de la crisis en Ucrania en áreas como las cadenas de suministro de alimentos y la inversión extranjera.

El Sur Global no es una entidad monolítica. Aunque el término se ha usado para abarcar a todo el mundo en desarrollo, esta entidad incluye la segunda economía más grande del mundo, China, una potencia global en ascenso, India, y muchos poderes medianos emergentes. China e India son polos emergentes que desafían las dicotomías tradicionales Norte-Sur, ofreciendo a los países africanos un abanico más intrincado de opciones para el alineamiento. En este contexto, el no alineamiento no se da sólo entre Occidente y el Sur, sino entre varios polos. En un mundo donde las fronteras entre el Norte y el Sur Global se están difuminando, el no alineamiento ofrece a los Estados africanos la flexibilidad estratégica para interactuar con diversos actores globales, protegiendo sus intereses mientras contribuyen a la estabilidad regional.

En efecto, mientras las naciones africanas enfrentan las complejidades de un orden global en mutación, se ven obligadas a plantear preguntas urgentes sobre la filosofía actualizada del no alineamiento: ¿qué ventajas se pueden obtener de una estrategia que acentúa la toma de decisiones autónoma, particularmente en un mundo marcado por altas interdependencias económicas entre bloques globales? ¿Cuáles son los riesgos inherentes a esta postura?

Estas preguntas no han sido examinadas a fondo, ni están siendo abordadas a nivel continental por organizaciones regionales africanas como la Unión Africana. En cambio, los principios y la ejecución se están debatiendo a nivel nacional y no necesariamente en todos los países.

El mundo del siglo XXI es mucho más interdependiente que el mundo de la Guerra Fría. Los desafíos globales transnacionales también son mucho más significativos ahora que hace 50 años. Pero si las tensiones entre Estados Unidos/Occidente y China/ Rusia se intensifican, ¿qué tan viable será el no alineamiento para los países africanos y cuáles serán sus costos y beneficios? La postura no alineada, ¿es una estrategia para mitigar riesgos o proporciona beneficios? Las respuestas a todas estas preguntas pueden variar según el momento específico de la trayectoria geopolítica global. También pueden revelar una gama de opciones de no alineamiento.

LA CRISIS DE UCRANIA COMO CATALIZADOR

La guerra de Ucrania fue el catalizador para que el no alineamiento se volviera más firme, ya que muchos países africanos enfrentaron una fuerte presión por parte de Occidente para alinearse con su postura sobre la invasión rusa, incluida la imposición de sanciones. Rusia también emprendió una ofensiva diplomática durante 2022 y 2023 para reforzar su narrativa sobre las causas del conflicto y afianzar sus lazos con las elites gobernantes en varios países africanos.

A pesar de las presiones para unirse a los bloques de Occidente o de China-Rusia, los Estados africanos y otros países en desarrollo intentan cada vez más forjar su propio camino. Sin embargo, este proceso no ha estado exento de obstáculos para que los países africanos logren proyectar sus narrativas y llevar a cabo acciones que correspondan con las posiciones que han expresado.

Cuando Rusia invadió Ucrania el 24 de febrero de 2022, Europa y América del Norte confiaban en que esta flagrante violación de la Carta de la ONU sería interpretada de la misma manera por el mundo, excepto por algunos países “recalcitrantes”. De hecho, durante 2022, la mayoría de los países votaron a favor de las resoluciones de la ONU que condenaban la invasión, incluidos muchos países africanos como Egipto, Ghana, Kenia, Nigeria y Zambia. Algunos países africanos, notablemente Kenia, emitieron poderosas declaraciones sobre la soberanía, la integridad territorial y la necesidad de respetar la Carta de la ONU. En una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU, el 25 de febrero de 2022, el embajador de Kenia, Martin Kimani, hizo referencia a la problemática intervención en Libia para advertir sobre la posibilidad de cometer errores similares.

Lamentó que el Consejo no hubiera protegido la soberanía de Ucrania y afirmó que la Carta de la ONU siempre debe utilizarse para promover la resolución pacífica de disputas. En un panel de discusión en febrero de 2023, Kimani destacó la incapacidad colectiva de la comunidad global para contener a las grandes potencias, señalando que, si no se reforma el Consejo de Seguridad y la ONU, los países recurrirán a arreglos regionales y alianzas militares, relegando a la ONU al olvido. Por lo tanto, es crucial que las normas de la Carta estén presentes en los acuerdos regionales de África.

“A pesar de las presiones para unirse a los bloques de Occidente o de China-Rusia, los Estados africanos y otros países en desarrollo intentan cada vez más forjar su propio camino.”

En la primera resolución de la Asamblea General de la ONU que condenaba la invasión de Ucrania por parte de Rusia en marzo de 2022, la mayoría de los países votaron a favor, una tendencia que se mantuvo durante todo el año. Sin embargo, surgió una narrativa distinta, ya que 35 de los 193 Estados miembro, principalmente de África y Asia, optaron por abstenerse o no votar. Entre las naciones africanas que se abstuvieron se destacaban Argelia, Angola, Namibia, Senegal, Sudáfrica y Tanzania, muchas de las cuales subrayaron la importancia de las negociaciones y la resolución pacífica de los conflictos. En esa ocasión, sólo Eritrea, conocida por sus posiciones frecuentemente contrarias en política exterior, votó en contra de la resolución junto con Bielorrusia, Siria, Corea del Norte y, como era de esperarse, la Federación Rusa.

“Los países africanos han tenido dificultades para presentar un frente coherente en cuanto al no alineamiento, generando confusión sobre las distintas interpretaciones de este concepto.”

Sudáfrica, un país que se abstuvo de manera constante en las resoluciones que condenaban la invasión, instó a las Naciones Unidas a “tomar decisiones y acciones que conduzcan a un resultado constructivo que favorezca la creación de una paz sostenible entre las partes”. Una declaración de prensa que justificó el voto de Sudáfrica reflejó la postura de muchas naciones del Sur Global, destacando la necesidad de mantener puntos de vista no alineados e independientes que eviten la confrontación.

Aunque Sudáfrica y Kenia divergieron en sus votos sobre Ucrania, sus principios diplomáticos subyacentes mostraron una notable alineación. Ambos países promovieron el diálogo, el derecho internacional y un papel robusto de la ONU en la mediación de conflictos. Sudáfrica se abstuvo no para rechazar la soberanía de Ucrania, sino para abogar por resoluciones que favorezcan una paz duradera en lugar de la asignación de culpas. Por otro lado, la oposición firme de Kenia a las acciones de Rusia se mantuvo al margen del tema de las sanciones occidentales, subrayando su compromiso con soluciones multilaterales para las disputas territoriales.

Estas opiniones desafían las suposiciones de que la división de votos en África creó divisiones fundamentales entre los países. Así, a pesar de los patrones de votación diferentes, la convergencia en los principios diplomáticos ofreció una visión de las perspectivas africanas más amplias que consistentemente resaltan la necesidad de soluciones pacíficas y diálogo diplomático en lugar de confrontación. Al resistir una narrativa binaria de “nosotros contra ellos”, estos países reflejan un principio de no alineamiento, aunque no siempre de manera explícita o clara.

Un claro ejemplo de este tipo de compromiso ocurrió en junio de 2022, cuando el presidente de Senegal, en calidad de presidente rotatorio de la Unión Africana, y la presidenta de la Comisión de la Unión Africana visitaron Rusia. En medio de las crecientes tensiones en Ucrania, que ponían en riesgo la seguridad alimentaria de África, estos líderes dieron legitimidad al acuerdo final, mediado por las Naciones Unidas y Turquía, que garantizaba el acceso ininterrumpido a granos y fertilizantes de Rusia y Ucrania. El acuerdo eventualmente no se renovó a mediados de 2023, lo que llevó a una nueva ofensiva diplomática por parte de los países africanos para mitigar los riesgos que podría causar a la seguridad alimentaria en África.

Sin embargo, los países africanos también han tenido dificultades para presentar un frente coherente en cuanto al no alineamiento, generando confusión sobre las distintas interpretaciones de este concepto. Sudáfrica, por ejemplo, enfrentó varias crisis internas y externas debido a sus acciones, lo que a menudo provocó reacciones negativas en la opinión pública local y tensiones con los países occidentales. Desde el inicio de la guerra en 2022 hasta mediados de 2023, Sudáfrica desarrolló y siguió narrativas que no siempre coincidían con las acciones de ciertos actores gubernamentales. La participación del país en incidentes controvertidos –como la coorganización de un ejercicio naval con China y Rusia en el aniversario de la invasión de Ucrania en febrero de 2023 y la acusación del embajador de Estados Unidos de que Sudáfrica había contrabandeado armas a Rusia, entre otros– planteó interrogantes sobre si el país era realmente no alineado.

Aunque Sudáfrica tiene lazos históricos y políticos con Rusia, las acciones recientes indican un cambio hacia una posición menos ideológica. En junio de 2023, líderes de Sudáfrica, Zambia, Comoras, Congo Brazzaville, Egipto, Senegal y Uganda visitaron Kiev y San Petersburgo para asistir a reuniones de alto nivel con los presidentes Zelenski y Putin. Esta visita, liderada de facto por Sudáfrica, tenía como objetivo crear un espacio potencial para la negociación entre las partes en conflicto, destacando el enfoque proactivo de África para fomentar el diálogo en medio de las tensiones globales y mitigar el impacto de la guerra en la seguridad alimentaria del continente.

“Los países africanos ven este panorama de poder cada vez más disperso como una defensa contra la hegemonía de cualquier entidad global única, creando así un entorno más equitativo para sus objetivos de desarrollo.”

La visita, que marcó el inicio de lo que se ha llamado la Iniciativa Africana para la Paz, fue el primer paso hacia un enfoque más coordinado de África respecto a la guerra. Sin embargo, la iniciativa no fue impulsada por la Unión Africana. Los emisarios se centraron en tres áreas clave, que podrían ayudar a construir confianza y sentar las bases para negociaciones para poner fin al conflicto; el regreso de los niños secuestrados en Ucrania, las discusiones sobre el intercambio de prisioneros de guerra y, lo más notable para los países africanos, un impulso para reiniciar el acuerdo de granos del Mar Negro, que había expirado. Estos puntos se han convertido en la piedra angular de la Iniciativa Africana para la Paz. Fueron centrales en las discusiones posteriores con los representantes ucranianos y rusos, desde la Cumbre Rusia-África hasta las discusiones sobre la reconstrucción de Ucrania en Copenhague y Yeda e incluso en la Asamblea General de la ONU en septiembre de 2023. Aunque la iniciativa no ha eliminado por completo las percepciones sobre las inclinaciones de los países africanos hacia Rusia, ha fortalecido la posición no alineada del continente y ha demostrado la disposición de los Estados africanos para asumir un papel activo y constructivo en los problemas globales de paz y seguridad sin necesidad de tomar partido en el conflicto.

LAS CAUSAS SUBYACENTES  DE LOS ESTADOS AFRICANOS

Hay razones filosóficas y prácticas para adoptar el no alineamiento en política exterior. Aunque la Guerra Fría terminó, la filosofía del no alineamiento sigue siendo relevante, particularmente a medida que el mundo pasa de la unipolaridad a nuevas formas de multipolaridad o a una mezcla de bipolaridad y multipolaridad. El panorama internacional fragmentado presenta riesgos y oportunidades para que África establezca asociaciones diversificadas, lo cual es crucial para alcanzar objetivos como la Agenda 2063 de la Unión Africana. Dado que los patrones de votación en las resoluciones de la ONU no explican completamente el giro africano hacia el no alineamiento, es fundamental explorar algunas de las condiciones que llevaron a esta postura.

Los países africanos ven este panorama de poder cada vez más disperso como una defensa contra la hegemonía de cualquier entidad global única, creando así un entorno más equitativo para sus objetivos de desarrollo. Aunque el período pos-Guerra Fría estuvo marcado por la dominación occidental, el surgimiento de múltiples centros de poder, especialmente China, ha reavivado el atractivo del no alineamiento, especialmente frente a lo que algunos, como Ndlovu-Gatsheni, han argumentado como una “negativa de Occidente a aceptar o adaptarse a la nueva era histórica”.

El conflicto en curso en Ucrania ha agudizado este enfoque. Muchas naciones africanas perciben la guerra como un conflicto de poder europeo entre Rusia y Occidente, más que como un problema global. El entonces presidente de Senegal y presidente de la Unión Africana, Macky Sall, subrayó que África no desea convertirse en un campo de batalla para una nueva Guerra Fría. En cambio, el continente aspira a ser un “polo de estabilidad”, abierto a asociaciones mutuamente beneficiosas.

Los países africanos son especialmente cautelosos acerca de convertirse en peones en estas rivalidades geopolíticas. Son reacios a tomar partido, especialmente entre China y Occidente, que son fundamentales para sus objetivos económicos y de desarrollo. Las naciones africanas han cultivado socios comerciales e inversionistas variados. La Unión Europea sigue siendo el mayor socio comercial de África, pero China es el país con el mayor volumen de comercio. Estados Unidos también es importante, principalmente a través de su esquema unilateral de preferencias, la Ley de Crecimiento y Oportunidades en África. Otros socios significativos incluyen India, los Emiratos Árabes Unidos, Turquía, Tailandia, Japón, Corea del Sur, Rusia y Brasil.

Esta diversificación económica desalienta la alineación conspicua de los países africanos con una sola potencia global, ya que hacerlo podría poner en peligro sus perspectivas económicas y de desarrollo. Aunque las relaciones internacionales involucran más que simples transacciones, el no alineamiento está cada vez más vinculado a los objetivos de desarrollo de África. Sin embargo, las crecientes dificultades para gestionar este anhelado equilibrio se hicieron evidentes cuando el embajador de Estados Unidos acusó a Sudáfrica de haber suministrado armas a Rusia, lo que llevó a algunos en el Congreso de Estados Unidos a amenazar con excluir a Sudáfrica de la Ley de Crecimiento y Oportunidades en África.

En este marco, la implementación exitosa del Área de Libre Comercio Continental Africana se ha vuelto aún más necesaria. Aunque se pretende implementar de manera gradual, su objetivo es desarrollar cadenas de valor regionales para contribuir al avance de África en la cadena de valor industrial y reducir su dependencia de actores externos; tanto la pandemia como la guerra en Ucrania han convertido esto en una prioridad. Varios casos prácticos han dejado claro para África la duplicidad e hipocresía de Occidente a lo largo de los años. El más reciente fue la respuesta al Covid y el alto costo de las vacunas, o la enorme dificultad para acceder a ellas por parte de los países en desarrollo. Los europeos se opusieron a la propuesta de Sudáfrica e India ante la Organización Mundial del Comercio de una exención temporal de los derechos de propiedad intelectual sobre las vacunas, aunque la administración entrante de Biden en 2021 le prestó apoyo retórico.

“Varios casos han dejado claro para África la hipocresía de Occidente. El más reciente fue la respuesta al Covid y la enorme dificultad para acceder a las vacunas.”

Las promesas incumplidas relacionadas con la financiación climática hechas en Copenhague en 2009 son otra fuente de resentimiento, junto con el llamado repetido por parte de los países en desarrollo para obtener más financiación para la adaptación, que es más necesaria que la financiación para la reducción, dado que las emisiones africanas representan menos del 4 por ciento de la cifra global. Las solicitudes de reforma de las instituciones de gobernanza económica global, para que los países en desarrollo tengan una mayor voz en la elaboración de las reglas, incluyendo aquellas relativas a la deuda, también han tenido respuestas lentas.

La guerra en Ucrania ha resaltado dos cuestiones adicionales: África y el Sur Global siempre se han opuesto a la utilización del dólar como arma y a las sanciones unilaterales. El interés mostrado por muchos en el Sur Global por unirse a los BRICS en 2023 se puede atribuir en gran medida al deseo de pertenecer a un grupo que se considera la vanguardia de la desoccidentalización, aunque no todos estén de acuerdo sobre qué debería reemplazar al sistema actual. Un foco central para los BRICS será el uso de monedas locales y sistemas de pago comerciales alternativos que reduzcan los riesgos percibidos por sus miembros como inherentes al orden global actual.

¿BENEFICIOSO Y SOSTENIBLE?

El no alineamiento de África no debe ser malinterpretado como una reluctancia a participar en el ámbito internacional. Más bien, refleja una estrategia en evolución para man- tener la autonomía mientras se buscan relaciones mutuamente beneficiosas con las potencias mundiales. Esta estrategia tiene raíces históricas, permitiendo a los países del Sur Global mantener relaciones comerciales sólidas a través de las divisiones políticas, una táctica que se considera tan relevante hoy como lo fue durante la era de la Guerra Fría. A medida que África continúa gestionando este delicado equilibrio, la determinación de la región para defender sus intereses y navegar en una dinámica global compleja sigue siendo una prioridad.

Aunque esta posición no alineada no con- dona violaciones del derecho internacional, como la intervención militar de Rusia en Ucrania, muchos piden un enfoque equilibrado por parte de la ONU hacia todas las violaciones del derecho internacional, incluidas las acciones de Israel hacia Palestina. Se hace hincapié en evitar medidas punitivas que aíslen a una de las partes, como se vio tras el Tratado de Versalles, que contribuyó a la Segunda Guerra Mundial. Este llamado a la coherencia en la aplicación del derecho internacional y de la Carta de la ONU resuena en varios países del Sur Global y de África.

No obstante, ¿pueden los países africanos mantener su postura de no alineamiento mientras minimizan los riesgos asociados a esta estrategia. África aún enfrenta desafíos para adoptar una posición coordinada en numerosos temas globales controvertidos.

Sin embargo, el continente ha demostrado una mayor capacidad de respuesta en los últimos años. Aunque todavía no puede asegurar todos los resultados a su favor, sí ha logrado articular mejor sus posiciones. Esta creciente autonomía le ha permitido rechazar imposiciones sobre cómo debe responder, especialmente por parte de Occidente. En el ámbito de la seguridad, por ejemplo, en el Sahel, donde las soluciones ofrecidas por los europeos han fallado, se han explorado otras alternativas, que van desde los mercenarios de Wagner a golpes de Estado que derrocan a elites consideradas corruptas y títeres de poderes europeos. Así, el no alineamiento se presenta como una herramienta pragmática que permite a los Estados mantener relaciones económicas y políticas con actores a través de líneas divisorias, protegerse y expresar su descontento con el sistema global actual mientras siguen participando en él. Sin embargo, navegar las complejidades geopolíticas puede volverse cada vez más desafiante. El Sur Global debe evitar el pensamiento binario y no caer en la trampa de tomar partido, tanto en la retórica como en la práctica. Para lograrlo, debe implementar posiciones que no sólo se identifiquen como no alineadas, sino que también sean percibidas así por los demás.

“La Iniciativa de Paz Africana podría ser una señal alentadora de que, bien aprovechado, el no alineamiento puede promover una mayor comprensión internacional.”

Un compromiso sostenido y un mayor esfuerzo político son indispensables para que este cambio potencialmente transformador se consolide y reajuste la posición internacional del Sur Global. Este enfoque fortalecería el papel potencial de los países no alineados como facilitadores del diálogo en la arena internacional. De este modo, el continente podría definir su rol como intermediario diplomático mientras mantiene sus principios de no alineamiento. La Iniciativa de Paz Africana podría ser una señal alentadora de que, bien aprovechado, el no alineamiento puede convertirse en un vehículo para los esfuerzos de pacificación y promover una mayor comprensión internacional.

Aunque muchos en África y en Occidente vieron la Iniciativa de Paz Africana con cinismo y desconfianza, existen razones para creer que podría influir en el eventual diálogo entre Rusia y Ucrania. Al posicionarse fuera del contexto de confrontación entre Occidente y Rusia, los países del Sur Global pueden utilizar sus canales de diálogo existentes con ambas partes. Además, la presencia de África en el debate podría fortalecerse mediante una mayor coordinación con otras iniciativas del Sur Global con respecto al conflicto de Ucrania, como las de China, Brasil o Indonesia.

De hecho, uno de los desafíos particulares del no alineamiento es su comprensión difusa entre los países del Sur Global. Esto resalta la necesidad de revitalizar el concepto de no alineamiento, adaptándolo a las realidades geopolíticas únicas del Sur Global, que siguen en evolución. La solución no radica únicamente en el Movimiento de Países No Alineados, sino en la acción colectiva de sus miembros y otras instituciones internacionales.

Por ejemplo, los bloques regionales como la Unión Africana y la Asociación de Naciones del Sureste Asiático son fundamentales para promover la colaboración entre las naciones del Sur Global. Deberían ser mucho más activos en la defensa del no alineamiento. Al abordar cuestiones y objetivos compartidos de manera colectiva, estas organizaciones regionales podrían ayudar a los países a sortear las complejidades del sistema internacional y garantizar que sus intereses estén protegidos.

DESAFÍOS Y OPORTUNIDADES

El no alineamiento en el mundo contemporáneo es más complejo que nunca. La coordinación es una fortaleza, pero también es esencial reconocer que los países y regiones tienen circunstancias únicas y que el no alineamiento, como posición de política exterior, debe adaptarse para reflejar las particularidades en cada caso. Además, no debe ser visto como una solución mágica para los problemas de estos países. Debe trabajar en conjunto con otras políticas e iniciativas para fomentar el desarrollo regional, mantener la estabilidad y promover la prosperidad.

El no alineamiento no debe ser considerado como una mera conveniencia o una postura política, sino como un plan proactivo para abordar los desafíos compartidos del Sur Global. En esencia, debe promover la autonomía, no el aislamiento, requiriendo una comprensión más profunda de los desafíos y oportunidades distintivos en el paisaje geopolítico en evolución.

A medida que avanzamos en el siglo XXI, el no alineamiento es más que una simple neutralidad o una estrategia de protección. Representa una oportunidad para aprovechar el potencial de un mundo multipolar, al mismo tiempo que reconoce y disminuye los riesgos inherentes. En un panorama lleno de desafíos y oportunidades, África y el Gran Sur Global deben aprovechar la oportunidad para redefinir este principio y los valores que debe promover en el siglo XXI.

 

Este artículo ha sido publicado originalmente en el informe “Is Africa turning against the West?”, del Italian Institute for International Political Studies (ISPI, www.ispionline.it).

 

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