Artículo online - Publicado el 20-11-25
GISEn las naciones independientes de la Comunidad de Desarrollo de África Austral (SADC), los partidos de liberación dominantes no logran superar su legado y se enfrentan a la corrupción, la desconfianza de los votantes y los retos económicos.
En África Austral, las elecciones celebradas en varios países en 2024 revelaron que los partidos de liberación establecidos desde la independencia están luchando por mantener su poder. La adhesión generada por el fin del dominio colonial se desvanece poco a poco, a medida que los ciudadanos se cansan de los persistentes problemas económicos y del desempleo juvenil. Por ejemplo, los votantes sudafricanos dieron la espalda al Congreso Nacional Africano (ANC, en inglés), el partido liderado en los años 1990 por el ícono de la lucha contra el apartheid, Nelson Mandela. En las elecciones generales de mayo de 2024, el ANC perdió su mayoría y se vio obligado a formar una coalición con la oposición.
Para hacer frente a las turbulencias electorales que sacuden la región, el ANC recurrió a sus aliados ideológicos organizando la Cumbre de Movimientos de Liberación en julio de este año. La cumbre tuvo como lema “Defender los logros de la liberación, promover el desarrollo socioeconómico integrado, fortalecer la solidaridad para una África mejor”. Entre los participantes se encontraban partidos independentistas de la Comunidad de Desarrollo de África Austral (SADC, en inglés), como el Chama Cha Mapinduzi de Tanzania, la Unión Nacional Africana de Zimbabue-Frente Patriótico (ZANU-PF, en inglés), el Movimiento Popular de Liberación de Angola, la Organización del Pueblo de África del Sudoeste (SWAPO, en inglés) de Namibia y el Frente de Liberación de Mozambique (FRELIMO).
La cumbre también atrajo asistentes de fuera de la región de la SADC, entre ellos altos representantes del Movimiento de Liberación Nacional Palestino y del Frente Polisario del Sahara Occidental. Resulta difícil pasar por alto la presencia del Partido Comunista Chino en la cumbre, representado por Liu Jianchao, antiguo jefe del Departamento Internacional.
La reunión se celebró en un contexto de cambios en el equilibrio de poder mundial que están remodelando las relaciones internacionales. Las crecientes tensiones entre superpotencias como China, Estados Unidos y Rusia -en materia de seguridad y economía- han empujado a las naciones africanas a buscar una mayor unidad regional para navegar los asuntos globales.
La idea de “afrontar juntos el futuro” sirvió como leitmotiv de la cumbre, poniendo de relieve la vulnerabilidad de estos partidos políticos en un panorama mundial cada vez más impredecible. Forjar la solidaridad a través de una historia compartida de guiar a las naciones hacia la independencia es un punto de partida válido para la mayoría de los partidos políticos dominantes en la SADC. El panorama político, social y económico de la región sigue estando predominantemente marcado por los ideales de la política de liberación. Por lo tanto, el principio que subyace a la cumbre es claro.
Sin embargo, la verdadera pregunta es si los partidos independentistas de la región pueden alcanzar de forma realista la unidad necesaria para abordar los retos actuales. ¿Pueden recuperar la confianza de las comunidades marginadas que luchan por una vida mejor y una integración significativa en el rápido desarrollo global que otros, muy alejados de la región, están experimentando?
Dada la experiencia de muchos hasta ahora, es fundamental preguntarse si las naciones africanas que obtuvieron la independencia a través de movimientos de liberación necesitan reavivar la agenda de emancipación para lograr la modernización y, en última instancia, mejorar el nivel de vida de sus ciudadanos.
En resumen, ¿qué es lo que ha obstaculizado principalmente la modernización y el desarrollo económico en las regiones gobernadas por los antiguos partidos independentistas? En varios países en los que estos partidos han ejercido una gobernanza prolongada, se ha producido una mala gestión sustancial de los recursos y un desprecio por las necesidades de los votantes. Esta situación ha dado lugar a un aumento vertiginoso de las tasas de desempleo y, en algunos casos, incluso a un colapso económico total. Un ejemplo llamativo es el de Zimbabue bajo el partido ZANU-PF, donde políticas como las agresivas reformas agrarias y la mala gestión económica dispararon una hiperinflación y una pobreza generalizada.
En la región de la SADC, una cuestión destacada es la falta de rendición de cuentas de los partidos de liberación dominantes y la creciente desconexión entre estos partidos y el electorado. Un claro ejemplo es el de Sudáfrica, donde el ANC lucha por superar su legado. Este contexto histórico obstaculiza al ANC, impidiéndole evolucionar hacia una fuerza moderna y responsable, que aborde las complejidades actuales e impulse el crecimiento económico.
Esta situación se complica aún más a nivel regional por una población joven y dinámica que ha comenzado a desafiar a los partidos arraigados, que históricamente se han valido de sus credenciales de la era poscolonial para mantener el poder. En la actualidad, los jóvenes del África Austral priorizan la rendición de cuentas del gobierno, la creación de empleo y las libertades fundamentales por encima de las luchas pasadas contra la colonización.
Algunos antiguos partidos anticolonialistas han mantenido de forma controvertida su control sobre el poder, a menudo en contra de la voluntad de los votantes. El FRELIMO de Mozambique llevó al país a la independencia en 1975 y ha gobernado ininterrumpidamente desde entonces. En las elecciones de octubre de 2024, enfrentó acusaciones de fraude, incluyendo el relleno de urnas y la intimidación de los votantes, según informaron observadores independientes. Estas importantes irregularidades permitieron al candidato del FRELIMO, Daniel Chapo, obtener más del 70% de los votos, lo que desencadenó protestas de jóvenes desilusionados en todo el país que se saldaron con cientos de muertos. La violencia poselectoral pone de relieve que el control continuado del FRELIMO es un obstáculo importante para el progreso del país.
A los partidos independentistas de la SADC les cuesta convencerse mutuamente de que deben priorizar la democracia y escuchar la voz del electorado. Su sentido de la solidaridad parece manifestarse solo cuando enfrentan amenazas externas, como la percepción de una extralimitación occidental. Lamentablemente, esta solidaridad no se extiende al compromiso de defender los principios democráticos, como el buen gobierno y la transferencia del poder.
Durante su discurso en la Feria Agrícola de Zimbabue, celebrada en Harare en agosto de 2025, el presidente sudafricano Cyril Ramaphosa elogió la controvertida política de reforma agraria promulgada en la década de 2000 durante la presidencia de Robert Mugabe, refiriéndose a ella como un “paso necesario” para abordar las injusticias históricas. Esta declaración ignora las graves consecuencias de las expropiaciones de tierras bajo el régimen de Mugabe, que provocaron el colapso económico de Zimbabue.
Durante un largo periodo, Sudáfrica adoptó una estrategia denominada “diplomacia silenciosa” en sus relaciones con Zimbabue. (La diplomacia silenciosa es un enfoque discreto de las relaciones internacionales en el que los diplomáticos llevan a cabo negociaciones secretas para resolver problemas). Este enfoque resultó ineficaz para persuadir al ZANU-PF de que abandonara las políticas y programas perjudiciales para los zimbabuenses. El Gobierno liderado por el ANC pasó por alto los deseos del electorado zimbabuense y dio prioridad a su historia compartida con el ZANU-PF, haciendo hincapié en la solidaridad entre los movimientos de liberación. Este enfoque de Pretoria hacia la administración de Mugabe fue muy criticado por Occidente y también dentro de Sudáfrica.
Durante la Cumbre de Movimientos de Liberación, el representante chino destacó la importancia de que los partidos liberales exploren diversas vías de modernización que se ajusten a las circunstancias nacionales específicas de cada país. A pesar de las diferencias entre los distintos países, un reto común que enfrenta la región es el problema generalizado de la corrupción, que ha debilitado la capacidad del Estado para aplicar políticas.
La rigidez ideológica de estos sistemas políticos frena la innovación y bloquea las políticas eficaces para abordar los retos sociales. Incluso para los estándares de China como Estado de partido único, los partidos de liberación africanos suelen carecer del enfoque y la determinación necesarios para hacer frente a los problemas que plantea la sociedad moderna. La cumbre se centró excesivamente en mensajes ideológicos, que resultan insuficientes para abordar eficazmente los problemas actuales.