Artículo online - Publicado el 24-01-23

Debates

PERSPECTIVAS DEL ACUERDO MERCOSUR – UNIÓN EUROPEA

Por Felix Peña
Director de la Maestría en Relaciones comerciales Internacionales, de la Universidad Nacional de Tres de Febrero y Director del Instituto de Comercio Internacional de la Fundación ICBC

El acuerdo de asociación entre el Mercosur y la UE, de concretarse efectivamente, brindaría una oportunidad de poner de manifiesto la capacidad de nuestro país y de sus socios en el Mercosur, para traducir en hechos concretos, las metas ambiciosas que se fijen en sus estrategias de inserción comercial internacional.

En una perspectiva argentina, como en la de sus socios en el Mercosur y la de los de la UE, tras casi treinta años en que comenzó a explorarse la idea de un acuerdo birregional y más de veinte años de negociaciones durante distintos períodos gubernamentales, a los respectivos liderazgos políticos les sería difícil explicar a sus ciudadanías, las consecuencias tanto económicas como políticas de un eventual fracaso. Más aún si tales consecuencias pudieran incluso reflejarse en la supervivencia del propio Mercosur. Por el contrario les sería más conveniente sacar provecho de sus alcances refundacionales sobre el propio Mercosur y su estrategia de inserción en el mundo.

A partir de su eventual conclusión formal y de su posterior entrada en vigencia, se iniciaría la etapa principal de esta asociación birregional. Ella puede denominarse como la etapa del “día después”. Tal etapa es aquella en la que tanto al nivel gubernamental como en el empresarial, se tiene que hacer lo requerido para cumplir con los compromisos asumidos en los plazos previstos, y lo necesario para sacar provecho efectivo y por lo tanto medible, de la ampliación asegurada de los respectivos mercados.

Pero en la práctica, la preparación de la etapa del “día después” comienza cuando el texto final del acuerdo completo sea concluido y conocido, en todos sus pilares (político, cooperación y comercial) y en todas sus disposiciones organizativas y eventualmente transitorias.

En mucho, la eficacia de lo que cada país y sus empresas logren en sus respectivas estrategias de aprovechamiento del acuerdo, dependerá de lo que desde ahora hagan en función de oportunidades y desafíos que se empezarían a abrir tras su efectiva conclusión y su real entrada en vigencia.

En la preparación para “el día después” y al menos en una perspectiva argentina, tres cuestiones merecerán una especial atención:

  • una es la atención particular que habría que ponerle al desarrollo, en la práctica, de las disposiciones previstas en el acuerdo birregional para el apoyo a la participación efectiva y a la internacionalización de las pequeñas y medianas empresas;

  • la otra se refiere a la participación activa de los distintos gobiernos locales en el aprovechamiento, con sus respectivos sectores productivos, de las oportunidades que se abrirán con el acuerdo birregional;

  • y la tercera es la de analizar los múltiples desdoblamientos a que puede dar lugar el acuerdo birregional, tan pronto se lo inserta con sus respectivas reglas de origen, en la red de acuerdos de comercio preferencial que han celebrado o puedan celebrar, el Mercosur y la UE con otros países y regiones, y en especial, con los de América del Sur.

Por ser el actual un mundo donde el factor diversidad cultural ha adquirido una  relevancia notoria, torna más difícil intentar llegar a tan distintos consumidores sin adaptar lo que se les ofrece, a sus gustos, creencias, valores, estilos y prioridades. Ello implica conocer a fondo y en todas sus raíces y dimensiones, él o los otros mercados. Y en general tal conocimiento se adquiere por haber vivido, de una forma u otra y por determinado tiempo, el otro mercado.

Tres parecerían ser algunos de los requerimientos recomendables para mejorar sustancialmente la capacidad de un país como la Argentina, de entender el futuro desarrollo de su comercio exterior en un contexto global de múltiples opciones y en constante proceso de cambios, y para sacar efectivo provecho de acuerdos como el que se negocia con la UE..

Los tres están vinculados entre sí y sin perjuicio de otros, son los siguientes:

  • Contar con recursos humanos aptos para entender otras realidades nacionales en sus respectivas modalidades de consumo de bienes y servicios que, por su dotación de recursos, el propio país pueda producir y eventualmente exportar. Esto es, formar profesionales y técnicos que tengan un conocimiento correcto y en lo posible directo, de lo que consumidores de otros países puedan eventualmente demandar. Es un conocimiento que sobre todo se adquiere viviendo un tiempo en el país respectivo, aunque sea como “mochilero” y, sobre todo, como estudiante, ejecutivo de empresa, trabajador temporario, periodista, artista, científico, deportista o diplomático, entre otras actividades posibles. Ello permite captar a fondo los efectos de las diversidades culturales con respecto al país de origen del observador;

  • Facilitar el desarrollo de especialistas con suficientes conocimientos sobre las realidades políticas, económicas, culturales y legales de otro u otros países, incluyendo por cierto sus relaciones exteriores. Ello implica recursos humanos con un suficiente conocimiento de la literatura e historia, como también de las eventuales diversidades étnicas o religiosas, del otro o de los otros países con los que se aspira a acrecentar la vinculación comercial. Implica formar gente que pueda poner en evidencia no sólo comprensión, pero sobre todo el respeto e incluso la admiración por el otro país.

  • Tener recursos humanos con una razonable comprensión del idioma predominante en el otro país y de las costumbres dominantes en su población. Si bien el inglés sigue siendo un idioma de alcance universal, por lo menos entender el idioma dominante en el otro país –supuesto que no fuera precisamente el inglés- parecería ser algo recomendable para quien tenga la experiencia de vivir y eventualmente trabajar en otro país.

Son requerimientos de recursos humanos que pueden también incidir en la capacidad que desarrolle el país y sus empresas para sacar pleno provecho del acuerdo birregional entre el Mercosur y la UE, en el caso que efectivamente se concluya y que entre en vigencia.

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