Carta del director

Revista N° 68 - 2019

Aníbal Y. Jozami


Dos años atrás, esta publicación se planteaba el debate sobre la democracia. Hoy, lamentablemente, debemos insistir en el tema. Un gran teórico de la actualidad, Boaventura de Souza Santos, plantea que las democracias están muriendo democráticamente. La vieja oposición entre regímenes democráticos y dictaduras surgidas de golpes de Estado se ve superada hoy, sin haber perdido vigencia, por otra variante que se le superpone. Actualmente, resulta posible que dirigentes políticos que no hacen de la defensa de la democracia y de los principios que la acompañan un estandarte de campaña puedan, sin embargo, triunfar electoralmente.
El respeto a las minorías, la no discriminación por cuestiones de género o el cumplimiento de los acuerdos internacionales no parecen ser una condición esencial para ganar elecciones, sea en Brasil o en el Estado de Misisipi, donde se impuso la republicana Cindy Hyde-Smith tras declaraciones públicas calificadas de racistas.
La incapacidad que han demostrado los regímenes democráticos para hacer desaparecer, o al menos menguar la corrupción, sumado a la persistencia y agravamiento de la desigualdad social han llevado a las ciudadanías a votar sin tener en cuenta cuán cercanas al resguardo de sus derechos o a su negación son las propuestas que se promueven.
Sin embargo, esta situación no es totalmente original, fuera de casos individuales, en diferentes épocas y países. Existe también un antecedente que debería hacernos reflexionar: los años treinta del siglo pasado. En aquel momento, y también luego de una crisis económica y de una situación internacional que en su resolución no tuvo en cuenta la situación de los sectores más relegados, la elección se inclinó en los países europeos a favor de las posturas que condujeron a la guerra y el Holocausto. Entrado ya al siglo veintiuno vuelven a presentarse síntomas inquietantes y de muy mal pronóstico para la paz mundial. Las fake news pretenden arrasar con el pensamiento crítico e imponerse aún a las verdades más elementales. Por eso, el presente nos desafía a repensar el desarrollo histórico en toda su complejidad, lejos ya de toda posición iluminista o catastrofista, repensar el rol de los Estados nacionales y de sus instituciones en pos de refundar una democracia que dignifique la acción y la palabra política en un contexto envilecido por la exclusión de las grandes mayorías.

ver todas

Suscribite al Plan Premium

Incluye:

Último número de la revista en PDF

Acceso a la colección de revistas digitales

suscribite