Revista N° 71 - 22
Al entrar en prensa esta edición de Archivos del Presente se inicia la invasión de Rusia en Ucrania. Con independencia de las distintas posturas que pueden o no justificar las acciones políticas sobre la región y sus poblaciones, queremos dejar en claro que no se justifica una invasión a un país independiente teniendo en cuenta el principio de autodeterminación de los pueblos.
Después de dos años de pandemia el mundo se merecía poder volver a la normalidad. Nadie imaginaba una situación de estas características, más propias de la Guerra Fría, y que, equivocadamente, creíamos que no volvería a suceder.
Tal vez se trate más de un deseo que de un análisis serio de la situación internacional. Tal vez hayamos pensado que los conflictos políticos se podían, finalmente, plantear sin llegar a hacerlo por otros medios distintos de los políticos.
Durante estos dos últimos años en los que el virus nos dominó, todas las discusiones tradicionales parecían acabarse. Ya no importa la libertad de circulación entre países pues cerrar las fronteras pasó de ser una muestra de autoritarismo a una forma de proteger a los ciudadanos.
Las viejas antinomias político-ideológicas fueron superadas por el análisis de las cepas y su contagiosidad. La utopía cuya permanencia reclamamos a lo largo de tanto tiempo debe subordinarse a una política sanitaria. No podemos tratar de mejorar el mundo si no estamos curados y vacunados previamente.
Cambiaron los criterios y todo se propaga alrededor de un nuevo concepto de seguridad global que deja atrás todas las polémicas anteriores.
Pero ¿no debemos preguntarnos si esto es así o no? ¿Cuántos de los problemas que existían en el mundo siguen igual? ¿En qué ha modificado esta nueva situación los índices de inequidad, de mortalidad infantil o de justicia social?
En realidad todo sigue igual y mientras todo siga igual deberíamos preocuparnos por lo mismo que nos venía atormentando desde antes de la pandemia y entender que, como se ha escrito en varios de los blogs que acompañan a esta publicación, ésta no surgió por si sola sino que tiene que ver con nuestra relación con la naturaleza, con las formas de explotación social y las inequidades de todo tipo, que no sólo fomentamos sino que pareciera que auspiciamos.
Esas inequidades y la defensa de las mismas son aquellas que han hecho que no se pudiese encontrar una solución global a la pandemia a partir de las regiones que fueron dejadas de lado en el reparto de vacunas y ayudas sanitarias.
Por eso, después de dos años de crisis sanitaria global, no es necesario pensar nuevas problemáticas, sino insistir en aquello que venimos analizando y sobre lo que opinamos desde los inicios de esta publicación.
Cuando se inició la enfermedad, y eran cada vez más los países en los que se expandía, muchos fueron los comentarios desde diversas perspectivas acerca de la posibilidad de que la pandemia modificara la política nacional e internacional, que el humanismo iba a triunfar y que la salud y la educación pasarían a ser prioritarias. La invasión rusa a Ucrania nos vuelve a situar en la realidad de que en el siglo XXI, más allá de los adelantos tecnológicos, la geopolítica sigue siendo la prioridad de los más poderosos.