Carta del Director

Revista N° 72 - 2023

Anibal Jozami


Hasta hace pocos años se podía considerar una guerra mundial como algo lejano o incomprensible. Las grandes potencias no lo tenían en la mira en el corto plazo. Ya habíamos atravesado la era de la coexistencia pacífica y luego las guerras de baja intensidad, pero una situación de orden mayor estaba fuera de consideración.

Posteriormente y luego de la pandemia, cuya influencia en lo político y social es un tema aún por dilucidar, el mundo se enfrenta a una nueva situación de preguerra mundial partiendo de una base que podríamos llamar de guerra internacionalizada.
Y no sólo por la situación en Ucrania que no tiene miras de solucionarse en el corto plazo, tendiendo a prolongarse en el tiempo, sino también por la amenaza de China que ha dejado claramente establecido que la invasión a Taiwán puede ocurrir en cualquier momento de los próximos años.

Algunos autores opinan que para el Pentágono ya no se trata de discutir si China va a invadir Taiwán, sino cuándo lo hará. Y esto lleva rápidamente a un incremento de la industria bélica por parte de todos los países de Asia del Sudeste vecinos a la gran potencia.
Hace unos meses, una doble visita presidencial se hizo presente en Pekín. Francia y la Unión Europea llegaron para discutir posibles soluciones (que no las hay).

Algún memorioso puede ver en esto un atisbo de gaullismo tardío, pero pareciera más el intento de garantizar supervivencia política o, dicho en términos más criollos, evitar ser “el jamón del sándwich”.

Un miembro de una delegación europea manifestaba su decepción ante la primera visita de Biden a la OTAN luego del comienzo de la guerra en Ucrania, señalando que no habían visto muestras de posibles soluciones sino de entusiasmo en la venta de material de guerra y, en forma paralela, aparecen en la prensa cifras sobre la exigüidad del material bélico que quedó en los países europeos luego de los envíos a Ucrania.

Estamos, en lo que a Ucrania y Rusia se refiere, frente a dos posibles soluciones: el aumento a ultranza en la fabricación de armamento de todo tipo o negociaciones que, sin dar toda la satisfacción a cada una de las partes, permitan pensar en evitar de alguna manera el incremento de pérdidas de vidas y el sufrimiento al conjunto de ambas sociedades.

Este último planteo, expresado por diferentes lideres de nuestra región, como el presidente brasileño, debe ser acompañado por los países para reafirmar su carácter de zona de paz y proponerlo también en el resto del mundo.

Estos son algunos de los temas que se presentan en este número de Archivos del Presente, tratando de clarificar una realidad internacional cada vez más compleja.

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